11 de abril de 2011

Quejismo compulsivo


Cada vez me cuesta más tener motivos para ver el fútbol argentino. Y no por el fútbol-juego en sí que sigue siendo y será el deporte más lindo que existe. Más bien porque es cansador y agobiante ver a los protagonistas hablar y protestar más de lo que los vemos jugar…y muchas veces hasta se juega con mala fe, mucho codo, mucho golpe de puño.
Hablan y hablan, y se quejan desde el pitazo inicial hasta que concluye el partido. Esto, claro está, no es ninguna novedad pero hay cosas inadmisibles que van mas allá del juego y que exasperan.
Por ejemplo, es una constante -y cada vez más contagioso no solamente en Argentina, sino que se traspasado fronteras llegando a México y cada vez más asiduamente en Europa- que en la gran mayoría de las faltas que se cometen se anda pidiendo tarjeta de amonestación o expulsión para el contrario. Se pide (ruega, llora) tarjeta para la víctima de la falta, para los compañeros; el rival reclama que exagera; los técnicos desde su lugar lo mismo. Y lo peor, todo esto casi sin excepciones. Ocurre en cualquier clase de foul: fuerte, liviano, livianito, o sa veces sólo toque al rival o una mano, muchas veces casual. Muy feo.
Entonces, se impone la pregunta: ¿Dónde quedaron los famosos códigos del que hablan los jugadores?.
O será que esto de los códigos ya caducó y que nació una nueva era en el fútbol: futbol/batalla- futbol/alcahuete fútbol/cobarde; donde vale todo a cualquier precio auún perjudicando a un colega, aún sacándolo de la cancha con lesión. Nuevo axioma: "Si te puedo pisar la cabeza, lo hago y no disimulo…"
Y que así como piden que expulsen a un rival o vayan con los tapones de punta ante cámaras o micrófonos; luego tendrán la hipocresía de "todo queda en el campo de juego y nada más"... sin embargo cada vez menos creo que esto sea así.
Una de las consecuencias de este cambio de estructura, es que, de repente el árbitro ahora es aún más protagonista y además -hay que reconocerlo- deben llenarse de una inmensa paciencia y aguantar el llanto continuo de cada unos de los 22 profesionales que están en la cancha, más los que dirigen y vociferan desde afuera.
Si este es un juego tan lindo ¿no sería mejor jugarlo con la boquita cerrada y preocuparse por el arco de enfrente como lo marca su esencia y más de cien años de historia?. Esto de las quejas, las protestas es un virus que se contagia. No todas las ligas de los diferentes países tienen los mismos niveles de "quejismo compulsivo". Argentina tiene el triste lugar del encabezado, seguido por el resto de los futbolistas de America Latina...Europa va siguiendo timidamente. Ojalá no se consolide este sistema. 
Y si hay una falta o penalización, estaría bueno que corra por cuenta del mismo arbitro si debe o no haber tarjeta y de que color, que para eso esta, para impartir justicia. 
Lástima que no es lugar, ni se cuenta con espacio ni es la temática de este blog; pero si tenemos que reflexionar acerca de la relación entre Argentina y su sistema judicial, esto no debería causar sorpresa.

1 comentario:

RAMON NOCHES dijo...

Es verdad, habria que suspender a equipos como San Lorenzo que se quejan hasta de haber puesto un supermercado en la cancha!!